Saga Perdidos, sinopsis.

domingo, 17 de abril de 2011

Capitulo 00: Prefacio.

Se instalo en mi, la furia y el asombro,
La provocación y el desafío.
Estalla mi cabeza.
Este lugar no me contiene, me revela, me mata,
Me falta el oxigeno, me faltan los colores, los sonidos, me faltan las palabras.

—Las Horas Malditas. Cap I Abrid los Oídos

Este mundo esta loco de atar.
Si al menos hubiera podido huir contigo,
Si es que existes en algún lugar,
Inventando un paraíso
Amándonos sin edad.
Pero corrí y te busque,
Y llore y desespere,
También rogué a tu Dios
Y al mío también,
Ven pronto repetía, tan pronto
Que ya es tiempo de la huida.
Creí verte entre una multitud de gente,
Atropelle torpemente,
Atravesé calles atestadas de sudor y pánico civilizado,
Pero al llegar, había un gusano, una vaca, un caballo.
Del humano ni rastro, de tu imagen, nada.

—Las Horas Malditas. Cap II tintinean las monedas. Sandra Zabala

* *

El tren temblaba y sacudía todo mi cuerpo. Por la ventana, los mismos arboles secos, la misma escasez de agua, la falta de vida, la tierra que se partía como un pan seco. Hacia horas que contemplaba ese paisaje. Toda mi vida había contemplado ese paisaje.
No me permitía ser presa del dolor, nunca lo permití. Pero hoy era diferente. Este viaje era diferente. Huíamos. Escapábamos. Luchábamos. Y todo comenzaba con este viaje.
No estaba sola. A mi lado Jaz, mi compañera de toda la vida, huía conmigo. Habíamos dejado tantas cosas. Una vida entera. El vacío se cernía frente a mí. Pero Jaz no era la única que se encontraba conmigo.
Gaeb estaba sentado atrás mío, y tenía sus brazos apoyados de manera desprolija sobre el respaldo de mi asiento. Sentía su cercanía como el fuego, siempre había sido así. Con un suave movimiento, que probablemente nadie noto, rozo mis hombros. Me acaricio. Recorrió muy suavemente y despacio mis hombros hasta llegar a mi cuello. Jaz no lo notaba. Ni tampoco Kit, que estaba junto a Gaeb. Me había quedado sin aliento. Su tacto, que siempre había creído que sería doloroso, no sólo por lo que significaba , sino porque sus manos estaban destruidas por el trabajo. Pero no fue así, eran suaves como la seda. Así se sentían sobre mi piel.
El tren se detuvo. Gaeb corrió sus manos.

Y los vi entrar por la puerta del vagón.

2 comentarios: