Saga Perdidos, sinopsis.

sábado, 23 de abril de 2011

Capitulo 02

Años Atrás:
Me dolía toda la espalda. Jaz me ponía compresas en los cortes que me había realizado mi padre con el látigo. Jaz cantaba, y de alguna manera lograba disipar el dolor.
-Gracias-le dije con la voz entrecortada
-Siempre con vos Emy, pero la próxima ten más cuidado- me dijo con la preocupación manchando su tono de voz.
No debería haber una próxima vez Jazy…No debo verlo. Seguro que el recibió un castigo peor- las lagrimas se agolpaban atrás de mis parpados cerrados.
-No pienses en eso- y siguió cantando, hasta que en algún momento, logre dormirme.

De vuelta en el presente:
De vuelta en casa, bañada y lista para dormir los recuerdos me inundaban, presentes y grabados con fuego en mi mente. Y las cicatrices eran un recordatorio constante de todo aquello.
Nunca supe cuál fue el castigo que recibió Gaeb, nunca me lo dijo. Mas bien nuestra relación no pasaba de unas miradas cómplices y la entonación de nuestra melodía en el campo de trabajo.
No podía seguir en ese hilo de pensamiento.
En ese momento sonó el grito de mi padre por toda la casa:
-EM! Tienes que preparar la cena! YA
Esa era una buena distracción.
Me enfunde en unos pantalones parecidos a los que llevaba para trabajar el campo, pero más grueso, una remera con cuello de tortuga de mangas largas y un buzo.
Existe en este lugar una gran amplitud térmica. Durante el día, las temperaturas pueden alcanzar los 40° o más, pero al llegar la noche las temperaturas descienden a grados bajo cero.
Con un par de medias dobles y unas zapatillas cómodas en los pies, fui a la cocina, evitando pasar por la sala de estar y de esa manera no tener que ver a mi padre.
Busque en la alacena algunos de los cereales que teníamos y algunas verduras. Iba a hacer algún tipo de sopa.
No poseíamos electricidad. En realidad, era un bien que escaseaba, solo la “habilitaban” de vez en cuando y para ciertas cosas. Tampoco es que en este sector mucha gente puede costear aparatos que requieran electricidad.
Para bañarnos…tenemos cañerías, pero el agua es fría. Salvo que la calientes en una olla, pero a veces es demasiado trabajo.
Carne solo consiguen aquellos que se encuentran en mejor posición, por lo tanto, por la refrigeración de los alimentos no nos preocupamos.
Puse en la olla agua, cereales, corte un poco de papa y zanahoria. Le agregue un poco de sal. Luego de prender el pobre mechero que teníamos, deje la sopa cocerse.
Ahora era el momento de ir a la sala y compartir los “10 minutos de padre e hija”.
-Hola papá- le dije tímidamente mientras me sentaba en una silla a su lado.
-Ah, Em.¿ Preparaste la cena?- estaba mirando un libro, más bien era como un álbum, lleno de retratos de nuestra familia.
-Si, la sopa se está calentando en la olla.
Siguió mirando el álbum.
-¿Cómo estuvo tu día?- intente buscar un tema de conversación.
-Bien. Pero creo que a vos te fue mejor-levantó la vista y tenía una sonrisa sarcástica en el rostro- me entere que Klim te acompaño al trabajo hoy.
Ese no era el tema de conversación que yo quería.
-No me acompaño. Me encontró.- dije entre dientes
-Es un chico muy dulce- hizo caso omiso a mi comentario- no cualquier pretendiente se quedaría trabajando solo para agradarte.
-No estuvo más de 15 minutos y lo único que hizo fue quejarse.
-Es un buen chico.
Fue lo último que dijo, y con ese comentario le devolvió su atención al álbum.
Me levante casi de un salto de lo furiosa que me encontraba. No entiendo cuál es el sentido de hablarme de él, de intentar que Klim me agrade o cualquier cosa similar, si no importa lo que yo diga u opine, me tendré que casar con él.
Fui a revisar la sopa, y una vez lista la serví en dos compoteras, puse una cuchara en cada uno y un trocito de pan en el de mi padre.
Cenamos en silencio. Una vez terminada la cena, mi padre se levantó sin emitir comentario y se fue a su habitación. Yo, por mi parte, levante la mesa y puse las compoteras en el pozo.
Al igual que la electricidad, el agua es un bien que escasea, por lo tanto debemos ser muy cuidadosos con la cantidad que usamos, ya que cada casa tiene una reserva diaria. La limpieza de los platos no es algo prioritario, y se hace una sola vez por semana, pero no utilizamos el agua potable. Sino que de los restos del agua que utilizamos para bañarnos por ejemplo, o para lavar las verduras, que son dos de las cosas para las cuales si utilizamos agua potable, la pasamos por una especie de filtros caseros, la hervimos, y ¡voilá! Podemos lavar los platos.
No quedaba ya mucho más por hacer. Me fui a mi cuarto, allí me cambie por algo mas cómodo para dormir y me dispuse a desenredar mi cabello con el cepillo que había heredado de mi madre tras su muerte. Junto con el cepillo me había dejado un espejo muy hermoso, ambos utensilios hacían juegos. Estaban pintadas a mano y formaban un motivo de ramas con hojas muy verdes y frutos de todos los colores. Eran bellísimos. Eran las únicas cosas bellas en este lugar, las únicas cosas con color también.
Me mire en el espejo. Mi pelo, ondulado y cobrizo enmarcaba un rostro pálido y en el medio de ese rostro había una nariz pequeña. Mis ojos eran color miel y estaban protegidos por una espesa capa de pestañas. Mis labios formaba una eterna mueca, como si se negaran a sonreír, estos eran gruesos y rellenos.
No me detenía demasiado para mirarme, la apariencia no era algo que en este lugar importara, y menos a mí. Pero necesitaba ver los estragos de esta vida, del sol, del trabajo. Y ahí estaban, representados en esa pequeña mueca en mis labios. Me acosté y cerré los ojos, pero justo antes de caer dormida, una imagen vino a mi mente: Gaeb.

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