Saga Perdidos, sinopsis.

martes, 2 de agosto de 2011

Capitulo 8


Faltaba una hora aproximadamente para que sonara la campana que daba por finalizada la jornada laboral en los campos. Hoy gracias a algún tipo de milagro, me había tocado trabajar sola.

La tarea tediosa pero a la vez relajante de remover la tierra, me había dejado la mente libre para pensar. No podía quitar de mi cabeza el llanto de aquella mujer por la pérdida de su hijo, era como una melodía de fondo para todo el resto de pensamientos que se arremolinaban en mi cerebro.

Había tomado conciencia de cuán importante era demostrarle a Gaeb que estaba capacitada, porque no podía vivir un día más conociendo la verdad, y sin hacer nada al respecto. Había tramado incontables planes, maneras en las que podría hablar con Gaeb, cosas que podría hacer.

Deseche una idea tras otras, hasta que mágica y milagrosamente, un plan, o un indicio de plan mejor dicho, había llegado a mi mente. Primera cosa que necesitaba: Kit.



*



-¿Viniste a ayudarme?-me pregunto Kit apenas había entrado en el taller. ¿Tenía ojos en la nuca?

-Eso pídeselo a tu hermana- le dije con una sonrisa y tomando un delantal. Adoraba a Kit- Ponme a trabajar.



A los 20 minutos aproximadamente ya sentía todo mi rostro colorado por el calor que emanaba el fuego en el cual ponía las palas, para luego martillarlas y poder darles nuevamente su forma característica.



-Bueno, señorita, dígame que es lo que vienes a buscar- me dijo con una sonrisa enorme en su rostro- Vamos, sé que no viniste solo por el placer de mi compañía.

Me reí.

-Bueno, ok, te lo diré, pero necesito que no me hagas preguntas.- asintió- y que no le cuentes a nadie. Incluida Jaz



Ahora si puso los ojos como huevos y abrió la boca



-No- le corte- Si no puedes cumplir con esas dos simples condiciones me iré, y olvídate de mí ayuda con las palas.



Me miro por un largo rato, hasta que hablo:



-Ok, dime que debemos hacer.





Años Atrás:

-Vamos Em, nos van a atrapar- Jaz hablaba en un susurro, su rostro había perdido todo el color. O por lo menos eso creía, ya que con la poca luz que había en aquel cuarto casi ni podía ver mis propias manos.

-Ya termino, lo juro- sentía que la adrenalina viajaba por mi torrente sanguíneo como si fuera algún tipo de energizante.



Generalmente hacia esta tarea sola, pero hoy Jaz había decidido acompañarme para asegurarse de que no me ocurriera nada malo. Siempre cuidándome. La dulce y respetuosa Jaz, ella nunca se metería en problemas. ¿Pero yo? Se decía en los pasillos de la Sala Educativa que iba a ser aquella con más Audiencias Comitivas.

Quizá nuestra estrecha amistad se debía a que nos complementábamos con una sincronía casi perfecta.



-Aquí- exclame llena de emoción.

-Apresúrate- me dijo Jaz con la voz temblorosa.



Tome el libro polvoroso que se encontraba en una de las repisas más altas. Lo sople y pude ver que era de un color purpura y llevaba escrito con letras doradas: “El Antes: Egipto”

Increíble, uno de los libros más viejos, sobre la historia más antigua.

Ya nadie revisaba esta vieja biblioteca. Y por supuesto que estaba prohibida su entrada a los alumnos, o a cualquier persona no autorizada. Nadie notaria la falta de este pequeño libro. No soportaba saber que todo este conocimiento se encontraba bajo llave, y se nos privaba de el. En el Salón Educativa nos enseñaban todo sobre plantas, cultivos, temperatura, todo lo que debíamos saber para poder sobrevivir en el Sector Agropecuario. Y este era mi último año, ya estaba cerca de cumplir los 12 y se me prohibiría la entrada al Salón. No lo iba a desperdiciar. Ya había leído la mitad de los libros de esta biblioteca. Sentía que mi cerebro latía de conocimientos.



-Vamos- le dije a Jaz con una sonrisa en mi pequeño rostro.





*



-¡Em! ¡Apúrate!

-¡Un minuto!



Mi padre se encontraba hecho una furia, pero debía encontrar aquel pequeño espejito que el utilizaba a veces cuando debía recortarse la barba, debía encontrarlo urgentemente. Kit estaría esperándome con el resto de las cosas.



-Si no sales en 5 segundos tirare abajo la puerta!- gritó desde el otro lado- 5...

¿Dónde estaba? No lograba encontrarlo



-4…

Ya había revisado casi todo el baño y seguía sin encontrar el maldito espejo.



-3…



Quiza detrás del lavabo…



-2…

¡BINGO!



Escondí el espejo entre mis ropas y Salí corriendo.



-Adiós! – le grite mientras pase a su lado, logrando ver su cara de estupefacción.



Cuando me encontraba fuera de los ojos de mi padre y en camino nuevamente al taller de Kit, tomo el pequeño espejo y lo puse en un bolso que llevaba cruzado. Dentro llevaba también el espejo de mi madre.



-Por fin- dijo Kit con una sonrisa socarrona cuando entre al taller- tardaste una eternidad.

-Lo siento, complicaciones – dije- ¿lo conseguiste?

-Sí, toma – y me tendió otro espejo, este era un poco más grande que los que traía yo.

-Manos a la obra.



La idea era simple: con los espejos intentaríamos reflejar y redirigir la luz del sol, algo que había aprendido cuando estudie – sin autorización- el antiguo Egipto. Sabía que el reflejo de luz no podría propagarse ni durante mucho tiempo, ni con mucha intensidad, pero quizá, con la ayuda de Kit , lograría que este plan funcionase. ¿Qué quería lograr? Cegar las cámaras con la luz.



-Muy bien, debemos anularlos, para que la luz logre dirigirse a ese punto- y me indico una pequeña mancha en la pared.



No le había contado a Kit porque necesitaba hacer esto, o para que, él no podía saberlo, no solo se lo había prometido a Gaeb, sino que había entendido que cualquiera que supiese lo que estaba ocurriendo en realidad, estaría en peligro.

Estábamos en la parte trasera del taller, a fuera, para poder utilizar la luz solar.



-Pásame aquellas pinzas- me pidió Kit.

-Toma.



Él era increíblemente habilidoso. Yo le había explicado el concepto, y lo que quería intentar, y el capto la idea de inmediato. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. Así era Kit.



-Muy bien, estos dos ya están en posición-  me dijo señalando los espejos más cercanos a la pared- para lograr esto, solo deberías mover el tercer espejo, así.



De repente, la mancha en la pared quedo momentáneamente tapada por una luz blanca. Luego se disipo.



-Así- repitió

- Entonces, lo conveniente sería dejar aquellos dos ya ubicados, y luego, cuando llegase el momento solo mover el tercer espejo ¿cierto?

-Cierto.

-Genial- le dije con una gran sonrisa surcando mi rostro

-No vas a decirme para que es todo esto ¿verdad?

-No, y prometiste no preguntar- le dije- y tampoco contarle a nadie.

-Y cumpliré con mi promesa, solo me causaba intriga.

Le sonreí. Era hora de irme. Tome todos los espejos y las indicaciones que me había anotado Kit sobre los ángulos. Tenía que prepararme, mañana iba a mostrárselo a Gaeb.


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