Saga Perdidos, sinopsis.

jueves, 18 de agosto de 2011

Capitulo 09


-Con que aquí estas señorita, le he estado esperando.



Como odiaba el tono empalagoso que usaba Klim para hablarme



-¿Qué quieres?- le pregunte irritada.

-Tu amiga Jaz es muy simpática- me dijo- ¿y su pareja?



Esa pregunta ciertamente me tomo desprevenida.



-¿Y tú por qué quieres saberlo?

- Era solo curiosidad, ¿Celosa?- pregunto con una media sonrisa socarrona.

-Claro que no- conteste- Si, tiene pareja, por supuesto que tiene.

-¿Y por qué no lo he visto por aquí?

-¿Tienen algún propósito estas preguntas? ¿Por qué te interesa tanto Jaz? Le haces algo y te juro que…

-Tranquila fiera, no me atrevería a enfrentarme a ti ni en un millón de años.

-Sigues sin contestarme- dije- y no me digas que es solo por curiosidad.

-Mira, podrías…- algo en su tono de voz cambio-  solo contestarme, por esta vez. Juro que no tengo malas intenciones.



No lo podía creer. Klim parecía como un niño al que le acaban de regañar. No sé qué fue, si sus grandes ojos azules brillando, o esa pequeña mueca a forma de puchero en sus labios, pero de repente me encontraba diciéndole:



-No lo has visto porque no vive en este Sector, vive en el Sector Tecnológico.



Una expresión de sorpresa surco el rostro de Klim. Claro, el Sector Tecnológico era casi tan importante como el Sector de los Nuevos. Nada de lo que allí se hacía era dirigido para el resto de los Sectores. En realidad, no sabía muy bien que era lo que hacían en él, solo que trabajaban única y exclusivamente para los Nuevos.



-Bueno, como he contestado tus preguntas tu tendrás que darme algo a cambio- le dije con una sonrisa.

.Oh pequeña Em, sabía que un día sucumbirías antes mis encantos- volvía a hablar con ese tono empalagoso

-Oh por todos los cielos! ¿De que estas hablando? Solo… cállate, ¿quieres?- me iba a volver loca, definitivamente- Hoy me dejaras sola, no te harás el galán intentando trabajar conmigo, como si soportaras tener una pala en tus manos. ¿Trato?



Y me di media vuelta antes de que me contestara. Basta de tonterías, necesitaba llegar a los campos.





*



-¡Oh mierda!



El sonido de la campana que daba por finalizada la tarde me tomo desprevenida y la pala cayo de mis manos sobre uno de mis pies.

Mi día no dejaba de ir en peor. Primero Klim, luego mi asignación para hoy: Fertilizar, puaj. Y ahora seguramente me había lastimado el pie.

Pero lo peor era que no había visto a Gaeb en toda la tarde. No tenía ni idea de cómo iba a hacer.

Y como si alguien hubiera escuchado mi plegaria, choque con el cuándo estaba entrando en el cobertizo.



-Mier…lo-lo siento- dije

-No es nada- dijo y se alejó.



Oh no. Era ahora o nunca. Entone unas suaves y delicadas notas. Nada grandioso, nada que pudiera llamar la atención. Era como un arrullo.

Gaeb se dio la vuelta. Había entendido el mensaje.

Pase a su lado y le susurre:



-En el claro- y seguí caminando.





*



-Definitivamente eres la peor amiga del mundo

-Lo siento, lo siento, te lo compensare, lo juro.



Hacía ya una hora que había “hablado” con Gaeb, y hacia una hora también que me había encontrado con Jaz. No habíamos hablado prácticamente nada en estos últimos días, y ahora había llegado la hora de las disculpas.



-Por supuesto que lo harás.- me dijo mostrando una gran sonrisa

-Oh oh, odio cuando pones esa cara siniestra.- bromee

-Muy graciosa- dijo- sigue así, ya pagaras las consecuencias.

-Ok, ahora pareces realmente una psicópata.



Nos reímos. Extrañaba a Jaz. Era increíblemente difícil para mí no decirle todo en ese preciso instante. Lo que me detenía, más que mi promesa hacia Gaeb, era mi miedo a que le sucediera algo a ella. Nunca me lo perdonaría. Nunca.



-¡Ya se!- grito

-¿Pretendes dejarme sorda?



Hizo caso omiso de mi comentario y siguió:



-Vas a contarme el cabello.

-No- le dije instantáneamente- No, no y no.

-No puedes negarte- dijo- en todo caso, ¿Por qué no quieres? Si tú sabes hacerlo.

-No, porque tú tienes el cabello más lindo que vi en mi vida- conteste- no pienso arruinártelo.



El cabello de Jaz era realmente una obra de arte. Como lograba mantenerlo así con el maltrato del sol y la tierra era todo un misterio para mí. De un color castaño oscuro, le caía como una cortina, con suaves ondulaciones. Le llegaba a la cintura, y la mayor parte del tiempo lo llevaba recogido en una coleta o una trenza. Era simplemente bellísimo. ¿Y ella quería que se lo cortase?



-Yo decido sobre lo que le ocurre a mi cabello- me dijo- o lo haces tú, con tu grandioso talento para manejar la tijera, o lo hare yo, y probablemente haga un desastre, y si eso ocurre, quedara en tu conciencia.

-Tu sí que sabes pegarme donde duele- dije sonriendo- nunca dejaría que hicieras una cosa así. Pero te advierto, solo te cortare las puntas.

-Eso ya lo veremos- me dijo sonriendo.



*

-Creí que te habías acobardado

-Claro, como si realmente creyeras eso-dije con una sonrisa- hubiese pensado que me conocías más.

-Tiene razón, ¿Cómo pensar tal atrocidad? ¡Si tu eres la valerosa Em!

-Ok, basta de bromas.



Luego de mi charla con Jaz, había corrido prácticamente hacia el claro, rogando que Gaeb no se hubiese cansado de esperarme. Claro que cuando llegue estaba allí esperándome.

Habia llegado la hora. Me encontraba allí con un solo propósito. Ya no podía vivir un minuto más  conociendo la verdad y sin hacer nada al respecto.



-Bueno, ¿Qué tienes para mí?



Era el momento de la verdad. Tenía la esperanza de que Gaeb no se riera de mí, o creyera que mi idea era una idiotez.



-Se podría decir que es solo un prototipo, así que no des tu veredicto hasta que escuches y comprendas toda la idea ¿de acuerdo?

-Muy bien.



Tome mi mochila y saque los espejos y los soportes que había hecho Kit para mí.



-¿Debes retocarte el maquillaje? – pregunto jocoso

-Cállate y mira.



Puse una piedra a unos metros de donde me encontraba. Esa sería mi “cámara”. Acomode los primeros dos espejos en los ángulos que me había dicho Kit. Mire a Gaeb. Su rostro estaba teñido de incertidumbre.



-¿Listo?



Gaeb asintió con la cabeza.



Acomode el ultimo espejo y una luz blanca cubrió la roca. Más incertidumbre en el rostro de Gaeb.



-La luz se extingue demasiado rápido, por eso digo que es solo un prototipo. Si encontráramos una fuente de luz más potente, que no se disperse tanto, el efecto podría durar más…

-Ok, debo cortarte aquí- por fin hablo Gaeb- No entiendo que es lo que intentas explicarme.



Y yo que creía que él era más inteligente.



-¿Qué pasaría si en vez de la piedra, tu estuvieras ahí?

-Y, lógicamente, la luz me cegaría…Oh por Dios…-muy bien, las neuronas vuelven a funcionarle- ¿Tu idea es cegar a las cámaras verdad?

-Claro, solo sería por un instante, pero si consiguiéramos una luz mas potente, podríamos lograr que el efecto durase más.

-Creo Em que has tenido una excelente idea… pero hay un problema.- parecía que Gaeb estaba perdiendo el entusiasmo

-¿Cuál?

-Nos verían cuando pusiéramos los espejos.- dijo

-Allí está el truco- y me dispuse a explicarle el mecanismo- lo único que deberíamos lograr es colocar los dos primeros espejos, que son los que están más alejados, por tanto, si nos ven, no sospecharían. Y cuando llegase el momento, solo deberíamos colocar el tercero ¿comprendes?

-Algo- un poco de entusiasmo volvió a su voz-  Creo que es hora de que conozcas a alguien.

-¿Quién?- los nervios recorrían mis venas.

-Jacks.

martes, 2 de agosto de 2011

Capitulo 8


Faltaba una hora aproximadamente para que sonara la campana que daba por finalizada la jornada laboral en los campos. Hoy gracias a algún tipo de milagro, me había tocado trabajar sola.

La tarea tediosa pero a la vez relajante de remover la tierra, me había dejado la mente libre para pensar. No podía quitar de mi cabeza el llanto de aquella mujer por la pérdida de su hijo, era como una melodía de fondo para todo el resto de pensamientos que se arremolinaban en mi cerebro.

Había tomado conciencia de cuán importante era demostrarle a Gaeb que estaba capacitada, porque no podía vivir un día más conociendo la verdad, y sin hacer nada al respecto. Había tramado incontables planes, maneras en las que podría hablar con Gaeb, cosas que podría hacer.

Deseche una idea tras otras, hasta que mágica y milagrosamente, un plan, o un indicio de plan mejor dicho, había llegado a mi mente. Primera cosa que necesitaba: Kit.



*



-¿Viniste a ayudarme?-me pregunto Kit apenas había entrado en el taller. ¿Tenía ojos en la nuca?

-Eso pídeselo a tu hermana- le dije con una sonrisa y tomando un delantal. Adoraba a Kit- Ponme a trabajar.



A los 20 minutos aproximadamente ya sentía todo mi rostro colorado por el calor que emanaba el fuego en el cual ponía las palas, para luego martillarlas y poder darles nuevamente su forma característica.



-Bueno, señorita, dígame que es lo que vienes a buscar- me dijo con una sonrisa enorme en su rostro- Vamos, sé que no viniste solo por el placer de mi compañía.

Me reí.

-Bueno, ok, te lo diré, pero necesito que no me hagas preguntas.- asintió- y que no le cuentes a nadie. Incluida Jaz



Ahora si puso los ojos como huevos y abrió la boca



-No- le corte- Si no puedes cumplir con esas dos simples condiciones me iré, y olvídate de mí ayuda con las palas.



Me miro por un largo rato, hasta que hablo:



-Ok, dime que debemos hacer.





Años Atrás:

-Vamos Em, nos van a atrapar- Jaz hablaba en un susurro, su rostro había perdido todo el color. O por lo menos eso creía, ya que con la poca luz que había en aquel cuarto casi ni podía ver mis propias manos.

-Ya termino, lo juro- sentía que la adrenalina viajaba por mi torrente sanguíneo como si fuera algún tipo de energizante.



Generalmente hacia esta tarea sola, pero hoy Jaz había decidido acompañarme para asegurarse de que no me ocurriera nada malo. Siempre cuidándome. La dulce y respetuosa Jaz, ella nunca se metería en problemas. ¿Pero yo? Se decía en los pasillos de la Sala Educativa que iba a ser aquella con más Audiencias Comitivas.

Quizá nuestra estrecha amistad se debía a que nos complementábamos con una sincronía casi perfecta.



-Aquí- exclame llena de emoción.

-Apresúrate- me dijo Jaz con la voz temblorosa.



Tome el libro polvoroso que se encontraba en una de las repisas más altas. Lo sople y pude ver que era de un color purpura y llevaba escrito con letras doradas: “El Antes: Egipto”

Increíble, uno de los libros más viejos, sobre la historia más antigua.

Ya nadie revisaba esta vieja biblioteca. Y por supuesto que estaba prohibida su entrada a los alumnos, o a cualquier persona no autorizada. Nadie notaria la falta de este pequeño libro. No soportaba saber que todo este conocimiento se encontraba bajo llave, y se nos privaba de el. En el Salón Educativa nos enseñaban todo sobre plantas, cultivos, temperatura, todo lo que debíamos saber para poder sobrevivir en el Sector Agropecuario. Y este era mi último año, ya estaba cerca de cumplir los 12 y se me prohibiría la entrada al Salón. No lo iba a desperdiciar. Ya había leído la mitad de los libros de esta biblioteca. Sentía que mi cerebro latía de conocimientos.



-Vamos- le dije a Jaz con una sonrisa en mi pequeño rostro.





*



-¡Em! ¡Apúrate!

-¡Un minuto!



Mi padre se encontraba hecho una furia, pero debía encontrar aquel pequeño espejito que el utilizaba a veces cuando debía recortarse la barba, debía encontrarlo urgentemente. Kit estaría esperándome con el resto de las cosas.



-Si no sales en 5 segundos tirare abajo la puerta!- gritó desde el otro lado- 5...

¿Dónde estaba? No lograba encontrarlo



-4…

Ya había revisado casi todo el baño y seguía sin encontrar el maldito espejo.



-3…



Quiza detrás del lavabo…



-2…

¡BINGO!



Escondí el espejo entre mis ropas y Salí corriendo.



-Adiós! – le grite mientras pase a su lado, logrando ver su cara de estupefacción.



Cuando me encontraba fuera de los ojos de mi padre y en camino nuevamente al taller de Kit, tomo el pequeño espejo y lo puse en un bolso que llevaba cruzado. Dentro llevaba también el espejo de mi madre.



-Por fin- dijo Kit con una sonrisa socarrona cuando entre al taller- tardaste una eternidad.

-Lo siento, complicaciones – dije- ¿lo conseguiste?

-Sí, toma – y me tendió otro espejo, este era un poco más grande que los que traía yo.

-Manos a la obra.



La idea era simple: con los espejos intentaríamos reflejar y redirigir la luz del sol, algo que había aprendido cuando estudie – sin autorización- el antiguo Egipto. Sabía que el reflejo de luz no podría propagarse ni durante mucho tiempo, ni con mucha intensidad, pero quizá, con la ayuda de Kit , lograría que este plan funcionase. ¿Qué quería lograr? Cegar las cámaras con la luz.



-Muy bien, debemos anularlos, para que la luz logre dirigirse a ese punto- y me indico una pequeña mancha en la pared.



No le había contado a Kit porque necesitaba hacer esto, o para que, él no podía saberlo, no solo se lo había prometido a Gaeb, sino que había entendido que cualquiera que supiese lo que estaba ocurriendo en realidad, estaría en peligro.

Estábamos en la parte trasera del taller, a fuera, para poder utilizar la luz solar.



-Pásame aquellas pinzas- me pidió Kit.

-Toma.



Él era increíblemente habilidoso. Yo le había explicado el concepto, y lo que quería intentar, y el capto la idea de inmediato. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. Así era Kit.



-Muy bien, estos dos ya están en posición-  me dijo señalando los espejos más cercanos a la pared- para lograr esto, solo deberías mover el tercer espejo, así.



De repente, la mancha en la pared quedo momentáneamente tapada por una luz blanca. Luego se disipo.



-Así- repitió

- Entonces, lo conveniente sería dejar aquellos dos ya ubicados, y luego, cuando llegase el momento solo mover el tercer espejo ¿cierto?

-Cierto.

-Genial- le dije con una gran sonrisa surcando mi rostro

-No vas a decirme para que es todo esto ¿verdad?

-No, y prometiste no preguntar- le dije- y tampoco contarle a nadie.

-Y cumpliré con mi promesa, solo me causaba intriga.

Le sonreí. Era hora de irme. Tome todos los espejos y las indicaciones que me había anotado Kit sobre los ángulos. Tenía que prepararme, mañana iba a mostrárselo a Gaeb.


martes, 26 de julio de 2011

Capitulo 7


Un año atrás:

Un sonido que nunca antes había escuchado retumbo por toda la casa, probablemente por todo el sector. Nunca antes lo había escuchado, pero conocía muy bien su significado.

La puerta se abrió de un golpe, dejando entrar el viento invernal que congelaba todo a su paso. Por ella entro un hombre, de unos 40  años aproximadamente, con el cabello muy corto, al ras. Vestía una especie de traje completamente blanco. Incluso sus zapatos eran blancos.



-¿Em Twilson?- pregunto con una voz increíblemente ronca, como si llevara sin hablar días.

-Soy yo- conteste con timidez. Aquel hombre me erizaba los pelos de la nuca.

-Se te ha asignado un compañero- dictamino- En esta carta encontraras su nombre y toda la

información necesaria.



No supe que contestar, simplemente tome el sobre que estaba poniendo a mi disposición, y luego, se marchó tan rápido como había llegado.



De vuelta en el claro:

Ell recuerdo de mi asignación inundaba mi mente en aquellos momentos. Yo tenía ya 17 años cuando el Comitivo me trajo mi sobre, por tanto, fue una gran sorpresa cuando ocurrió. A las mujeres se las empareja a los 15 años. Mi padre y yo creíamos que el Comitivo ya no vendría, ya se me consideraba “vieja”. Así que si, fue una sorpresa en todos los sentidos.

-Em, ¿escuchaste algo de lo que te dije?

Gaeb sonaba muy preocupado, pero yo seguía inmersa en un mundo de recuerdos. Siempre habían entendido mis responsabilidades, conocía las bases del sistema, y aunque no siempre me gustasen, las respetaba, las creía.

Ahora, todo se desmoronaba, lentamente, como una montaña de hojas secas llevadas por el viento.

-Sí, Gaeb, te entendí.- mi voz no era más que un susurro. Me sentía débil y pequeña. Indefensa.

-Lo siento, pero eso es todo lo que puedo contarte por ahora.- me dijo mientras se daba la vuelta, dispuesto a irse.

Salí de mi estado de ensoñación.

-¿Qué? ¿Cómo que no puedes decirme nada más? – Gaeb estaba cada vez más lejos- ¡ESPERA! ¡Algo debemos poder hacer! ¡No podemos permitir que esto suceda!

Gaeb paro en seco y sin darse vuelta me contesto:

-¿Que estarías dispuesta a hacer para impedirlo?

Su pregunta me tomo desprevenida. Realmente no sabía qué hacer, lo que estaba intentando por el momento era recordarme a mí misma que debía seguir respirando, solo eso.

-Cuando se te ocurra algo, solo canta- se dio vuelta y me miro fijo a los ojos- yo estaré escuchándote.

Y se fue.





*



-Mierda- maldije en voz baja.

El propósito de hacer aquello estaba en despejar mi mente y llenar de paz mi corazón, pero si aquella nariz seguía saliéndome como un pedazo de vegetal mutante aplastado lo único que se iba a llenar iba a ser mi piso de hojas arrugadas.

Al llegar a casa me había encontrado en un estado tal de estupefacción que había decidido sentarme a dibujar, algo que por lo general no solo me salía bien sino que también lograba relajarme y hacerme dejar de pensar. Pero claro, mi propia cabeza se estaba revelando en contra mío. Me decía a mí misma: Pon tu mente en blanco, blanco…blanco. Pero mi mente me decía: ¡Oh no, claro que no! Ponte a pensar ahora mismo que vas a hacer con Gaeb y todo el asunto de “Gobierno crea plan macabro”.

Debía seriamente concentrarme en el dibujo, solo así lograría sentirme mejor.

Sobre mis piernas dobladas tenía una madera lisa que utilizaba a modo de apoyo, sobre ella una pequeña hoja amarillenta y en mi mano un carbón. Consideremos lo siguiente: si todo escasea, y traer comida a casa ya es una tarea titánica, ¿cómo se podrían conseguir cosas tan vanas como papel y lápiz para dibujar? La respuesta es muy sencilla, Gaeb.

Yo siempre había amado el dibujo, lo hacía sobre la tierra con pequeñas ramas, o con barro, o con cualquier cosa que encontrara que pudiera servir para mis propósitos. Por aquel entonces, antes de cumplir los 12 años y haber terminado mi educacion, Gaeb comenzó a robarse de a poco y con mucho disimulo hojas para que yo pudiera dibujar. No era una tarea sencilla. Todo el material que se nos brindaba en la Sala Educativa estaba contado, por tanto, lo que hacíamos – porque claro que  Gaeb no lo hacía solo- era cuando se nos daban hojas para hacer una tarea, escondíamos una dentro de nuestra ropa, o aunque fuera, un pedazo de papel. Todo servía, todo contaba.

De esa manera fui armando mi pequeña colección de papeles. Con que dibujar fue aún más sencillo, utilizaba el carbón que usábamos para calentar la comida y el agua. Lo afinaba para que tuviera una forma más sencilla de manejar, y listo.

Así que, heme aquí, intento hacer un rostro, y por supuesto, no me está saliendo. Debo estar perdiendo el talento, no lo sé. Esto solo me frustra más.

En ese instante, hizo aparición mi padre. Lo escuche golpear la puerta delantera como si quisiera sacarla de sus goznes. Pasos y luego un golpe sordo.

Salí corriendo y lo encontré allí, tendido en el suelo. Desmayado.

Es imposible conseguir un pedazo de pan que no este duro, pero alcohol siempre se puede conseguir.

No me moleste en tratar de levantarlo, porque aunque pudiese hacerlo, tampoco lo haría. Si, seguro que se despertaría adolorido y muy enojado, y si, se la agarraría conmigo, pero hoy no tenía ánimos de tratarlo.

De vuelta en mi habitación reflexione sobre aquel ente que se había llamar mi padre. Trabaja en la sección de envasado y etiquetado de los alimentos cosechados, los cuales luego son enviados a los distintos Sectores, incluido el Sector de los Nuevos. Tengo entendido que nunca supero la muerte de mi madre, y que por ellos bebe, pero no puedo decirlo con seguridad, ya que mi madre murió luego de haber yo nacido, por tanto, no sé cómo era el antes, y solo por eso, voy a suponer que siempre fue un idiota borracho y violento. Punto.

Me dispuse a juntar todos los papeles que había atacado y tirado al suelo, los enderece y volví a guardar en su pequeña caja debajo de mi cama. Nada podría desperdiciarse, luego dibujaría encima de mis intentos fallidos de hoy.

Me acosté, y sin importarme el dolor que mi estómago hacía, dormí. Y soñé.

Soñé con mi madre, la imagine con los ojos verdes y el cabello largo. La vi alta y esbelta. Con porte elegante y seguro. Sencilla, pero hermosa. Vestía la ropa de trabajo, y me cantaba. Era solo un susurro, que de a poco fue subiendo de tono y convirtiéndose en una bellísima nana, como si intentara hacerme dormir dentro de mi sueño. Lo logro. Deje de soñar, pero seguí durmiendo hasta la mañana siguiente cuando un grito que provenía del exterior me despertó de un sobresalto.

Me enrede con mis propias piernas cuando intente salir de mi cama, y mi rostro término aplastado contra el suelo. Fue alguno bueno en realidad, ya que el golpe me trajo de nuevo a la Tierra. Todavía llevaba la ropa que había usado el día anterior, así que no me preocupe por tener que vestirme y salí disparada al exterior.

El sol me impactó de lleno en los ojos y tuve que cerrarlos automáticamente antes de que estos comenzaran a llorar. Utilice mis dos manos a modo de techo apoyado en mi frente y abrí los ojos.

La escena que encontré me dejo muda, e hizo que todo el color abandonara mi rostro.

Una mujer rolliza se encontraba semi-tendida en el suelo, a unos 20 metros de donde me encontraba yo, lloraba con congoja. A ambos lados de ella se encontraban dos hombres vestidos con trajes marrones. Comitivos.

No conocía a la mujer, pero un dolor inundo mis venas, y junto a él, la indignación.

Se estaban llevando a su hijo, probablemente bajo la excusa de que se necesitaba buena mano de obra en el Sector Principal, el Sector de los Nuevos, eso era lo que siempre nos decían cuando se llevaban a alguno de nosotros. La mayoría de las veces, exceptuando a los familiares directos de la persona que se debía ir, el resto nos sentíamos orgullosos. Orgullosos de que vinieran aquí, a este Sector tan alejado, a buscar nuevas mentes para que trabajaran en lo mejor de lo mejor.

Hoy yo no sentía orgullo. Sabía que todo aquello era una mentira, y que probablemente, esa mujer no vería nunca más a su hijo.

Entendía perfectamente que este era el reclutamiento del cual le había hablado Gaeb. Ese chico iría a la guerra.

jueves, 2 de junio de 2011

Capitulo 06


-¿Qué ocurre aquí?¿Em, eres tú?

La odiosa vos de Klim inundo el pequeño cobertizo. Gracias a la luz que ahora entraba caprichosa por los costados de la figura de Klim, fui capaz de ver en su rostro la incomprensión y la curiosidad, teñida de… ¿celos?

-Klim.

Fue lo único que fui capaz de decir. Y yo que me consideraba una persona elocuente.

-¿Qué haces aquí?- pero la pregunta que el realmente quería hacerme era “¿Qué haces aquí con él?”

-Vine a buscar mis utensilios para trabajar- le conteste apartando la vista

-¿Con la puerta cerrada, en la oscuridad y con él?- ahora su rostro detonaba enojo. Al parecer no era tan idiota como yo creía y necesitaba una excusa mejor, pero Gaeb se me adelanto:

-Yo solo vine a buscar mis materiales, también. No había notado que ella estaba aquí, y cerré la puerta luego de entrar- hablo Gaeb con una voz increíblemente seria, cortando así cualquier reproche que Klim intentara hacer luego.-Ahora si me disculpan.

Y Gaeb abandono el cobertizo con la pala en una mano y una bolsa de semillas en la otra.

-Se me hace tarde- tome mi rastrillo y mi bolsa e intente salir del cobertizo, pero Klim tapaba la salida.

-No sabía que se tardaba tanto rebuscando en un cobertizo- me dijo con una sonrisa pícara surcándole el rostro- le próxima deberías traerte algo para comer.

-Oh discúlpame, al parecer no sabes lo que es un cobertizo, ya que probablemente esas lindas manitos con piel de bebe nunca tocaron tierra.

-¿Crees que tengo lindas manos? Muchas gracias, viniendo de ti, me siento completamente halagado.

¿Cómo se atrevía a burlarse de mí?

-¿Sabes una cosa? Me estoy hartando de la imbecilidad de los hombres, así que, sal de mi camino.

-¿Tan rápido? Mínimo deberías quedarte conmigo, el mismo tiempo que te quedaste con ese campesino.- tenia ambas cejas levantadas, en lo que supongo debía ser un gesto seductor.

-Listo, me cansaste. Adiós- y con eso, lo empuje y me dirigí a mi puesto.

Lamentablemente, Klim tenía ganas de conversar.

-Puedo ayudarte, quizá, a hacer que tu jornada sea más placentera.- volvía hablar con ese tono horriblemente empalagoso. ¿Le había funcionado alguna vez? A mí me parecía simplemente repulsivo.

-Sí, creo que podrías lograr que mi día de trabajo fuera más agradable- le dije añadiendo dulzura a mi tono de voz- ¿sabes cómo?...

-Se me ocurren muchas maneras…

-Me imagino

-Tantas maneras de…

-Vete.

-Inclusive hay una que podría funcionar…

-Vete

-Esa en la que decides refrescarte aquí y yo..

- ¡Que va! La única forma de que eso ocurra sería conmigo muerta.

-Esa en la que tú te refrescas aquí y yo decido suicidarme antes de toparme contigo, quise decir, ¿sabes Em? Deberías dejar terminar de hablar a los adultos.

-Mira, simplemente vete, de esa manera vas a lograr que yo sea muy feliz.-le corte

-¿Por qué siempre tiene que ser tan condenadamente agresiva?

Me di vuelta para encararlo, pero él se había detenido y estaba a unos pasos de distancia. Allí, debajo del sol, su cabello rubio que le llegaba a los hombros brillaba de una manera surrealista. Era alto, me sacaba fácilmente una cabeza y media, tenía hombros anchos, que iban perfectamente con la forma de su rostro: una mandíbula bien marcada, que le daba un cierto severísimo, pero sus ojos disminuían esa sensación de una manera impresionante. Eran azules. Como el agua. Pero toda aquella sensación que podría producirse al verlo, se iba por el caño cuando abría su bocaza.

-Simplemente debo ir a trabajar, ok?- le dije ya rendida

-Te pasó a buscar luego de que termine el turno- me guiño un ojo y se fue.

Y yo me quede con mi reproche en la punta de la lengua.





*



Cuando llegue a mi puesto, Gaeb había cavado bastante, así que me apresure para compensar el tiempo perdido.

Con el rastrillo removía la tierra y luego tiraba algunas semillas. Si, era un trabajo monótono, al igual que la vista, al igual que todo por aquí, pero por lo menos mantenía mi mente centrada, alejada de todo tipo de pensamiento negativos, como ¿qué era lo que iba a decirme Gaeb justo antes de que apareciera Klim? ¿Quién era el sujeto de anoche? ¿Que estaban planeando y para que me necesitaban? Y por último… ¿Por qué Klim pasaría a buscarme hoy? No lo soportaba, ¿acaso él no se daba cuenta?

Note que un gota de sudor se desprendía de mi cuello, y bajaba por mi espalda, dándome un escalofríos. Hoy hacia más calor del normal, note, y tenía que hacer mucho calor para hacerme sudar.

Luego de un rato, la monotonía del trabajo dejo de ayudarme a mantener mis pensamientos a raya, y me di cuenta que necesitaba terminar mi conversación con Gaeb, hoy. No podía esperar.

Mire hacia los arbolillos, y note nuevamente la cámara, el puntito rojo brillante que mi miraba directamente a mí. Me concentre en buscar la forma de comunicarme con Gaeb, pedirle que nos viéramos, o algo.

Con el rastrillo, de manera muy sutil, escribí dos simples palabras en la tierra:

                       CLARO, HOY

Si, lo sé, apestaba como amiga por haberle contado a Gaeb sobre el claro, pero Jaz lo sabía, sabia porque tuve que decírselo. Allí nos encontrábamos solo para situaciones de emergencia. Esta sería la segunda vez que nos encontraríamos allí. Pero claro, esto podía contabilizarse como una emergencia. Rápidamente, con el pie borre lo que había escrito. Rece porque Gaeb hubiera leído mi mensaje. Solo había una manera de confirmarlo.







*



Luego de varias horas de trabajo en la tierra, mis manos se encontraban callosas y de un enfermizo color rojo, pero increíblemente, no me dolían. Mi piel ya estaba acostumbrada al maltrato del sol, la tierra y el trabajo duro. Y yo abrazaba esas consecuencias. Prefería hacer esto, que encerrarme junto con otras veinte mujeres con cerebro de burbuja a coser los pantalones de los hombres, ya que ese era el trabajo que debería estar haciendo, solo que no podía aceptar hacer eso.

Junte mis cosas, el rastrillo y la bolsa vacía, y con un gesto que podría llamarse casual, le eche una mirada a Gaeb. Creo que de alguna manera sintió el peso de mis ojos sobre él, ya que levanto la cabeza y me regalo una pequeña mueca, que bien podría haber sido una sonrisa, no lo sé, hace años que no lo veo sonreír. Hace años que yo no sonrió.

Al llegar al cobertizo me puse en la fila para dejar mis cosas adentro. Gaeb estaba detrás de mí, sentía su respiración sobre mi cabello. Podía sentir su aroma, a tierra y sol. Siempre había amado su olor. Llego mi turno de dejar las cosas, coloque el rastrillo en la zona de elementos punzantes, y la bolsa vacía en el estante correspondiente. Cuando me disponía a salir, Gaeb entro y rozo muy suavemente mi brazo, dejando una sensación electrizante, que atravesaba mi ropa y me ponía la piel de gallina. En el buen sentido.

Salí del campo, y me encontré con Jaz que venia del otro extremo, a ella también le había tocado el mismo trabajo que ayer.

-Emy- me dijo con una sonrisa.

-Jazy- le conteste intentando sonar feliz, pero siempre fallaba. Por suerte Jaz me conocía y sabía que a pesar de no demostrarlo, su compañía siempre me llenaba de vida y alegría.

-Hoy tengo que cubrir a Kit.- me dijo haciendo un pequeño puchero.

-¿Y eso por qué?- ya estábamos caminando camino al pueblo, cuando recordé que debía ir al claro. También recordé que Klim vendría a buscarme. Mierda

-No lo sé, me dijo que tenía cosas para hacer- e hizo un gesto muy gracioso moviendo sus brazos, abriendo mucho sus ojos y bajando la voz, para darle impacto a la excusa de su hermano.

-Déjalo, quizá quiera encontrarse con alguna chica- le dije guiñándole un ojo. A Jaz no le causo ninguna gracia.

-Ninguna mujer en su sano juicio se fijaría en mi hermano, además, yo no la dejaría

-Nunca dije que la chica con la que se fuera a encontrar fuera una mujer sana o cuerda- bromee.

Caminamos callados unos metros más, hasta que divise una cabeza rubia a lo lejos.

-Hay, carajo! Klim viene a buscarme- le dije a Jaz.

-¿Y eso por qué?

-No tengo ni idea, no puede ser tan idiota como para no darse cuenta de que lo odio.- Tenía que hacer algo para librarme de él, tenía que encontrarme con Gaeb. Estuve a punto de decirle a Jaz que me cubriera para poder encontrarme con él, cuando recordé la promesa que había hecho. Jaz era mi mejor amiga, no teníamos secretos, pero tampoco podía rompes una promesa. Una vez que Gaeb me dijera que ocurría le pediría que me dejara contarle a ella. Pero ahora debía encontrar la manera de librarme de él.

-Jaz, sálvame.- le pedí en un susurro, Klim estaba a unos pocos metros, ya podía divisar el brillo en sus ojos.- luego te lo explicare.

Ella no tuvo tiempo de contestarme, ya que Klim estaba parado enfrente nuestro con un gesto arrogante en el rostro.

-Em, que bueno que me esperaste- me dijo con una sonrisa

-Sí, mira, debo irme, pero acá mi amiga Jaz sabrá entretenerte por un rato.- y con eso me di media vuelta y me fui, dejando a Jaz con un gesto de incertidumbre en el rostro y de sorpresa en el de Klim.







*



El camino hacia el Claro se me hizo eterno. No veía la hora de llegar, pero sabía que no podía correr, levantaría sospechas.

Me llevo aproximadamente media hora llegar. Me deslice por entre los matorrales que se enredaban forzosamente con los arbolillos e ingrese en el pequeño terreno.

La luz anaranjada del atardecer bañada el claro de una manera que parecía mágica. Todo en ese lugar de repente parecía mágico, quizá era porque Gaeb se encontraba allí, de espaldas a mí, con el rostro vuelto hacia el cielo, como si quisiera absorber los últimos rallos del sol, como si aquello fuera a darle energía o vida. No lo sé, simplemente se veía maravilloso.

-Me estas mirando fijo- dijo sacándome de mis cavilaciones.

-No, yo… lo siento- me he dado cuenta que últimamente, soy una imbécil en lo que respecta hablar con Gaeb, no puedo conjugar dos verbos.

-No pasa nada- seguía con el rostro vuelvo hacia el cielo

-¿Qué haces?- le pregunte

-Disfruto del sol, y de este lugar. Con razón lo tienes en secreto.- me dijo casi en un susurro.

-Es el único lugar donde puedo pensar tranquila, con claridad, y hablar sin miedo.- le dije también bajando mi tono de voz

-Tienes razón, aquí, al parecer, no hay cámaras. Todo un hallazgo- y se dio vuelta para mirarme directamente a los ojos.

- Creo que tenemos una conversación pendiente.- le dije tratando de no sonar nerviosa.

-Es cierto, ese tipo es una molestia- me dijo en un tono jocoso. Yo no quería hablar de Klim, así que retome el hilo de la conversación.

-Dime lo que tenías que decirme.

-Siempre yendo al grano, ¿cierto?- le hice una mueca y el continuo hablando.- Te dije que parte de las cosas que nos contaron, eran mentira. La historia no fue así Em, ellos nos manipulan, tienes que saberlo Em, no solo con el hecho de que eligen con quien nos debemos casar, sino con las divisiones en el trabajo, la comida, y la separación de las Regiones. Todo tiene una razón. Las cámaras están aquí por una razón Em…

-Todo esto es muy extraño Gaeb, dime, ¿Cuál es la razón?- le pregunte expectante, con miedo. Ya no sabía si quería saber.

-Tu sabes por qué eligen con quien debemos casarnos, ¿cierto?- me pregunto

-Por supuesto.- esa historia también me la sabia bien- Antes, la gente decidía con quien casarse, sin pensar en los genes, y nacían niños enfermos, o con coeficientes intelectuales muy bajos. En cambio, ahora con la elección de tu pareja, creamos una especie más fuerte, más inteligente.- le relate.

-Si, en parte es así, pero esa no es la única razón. Estamos en guerra Em.

Me quede muda, helada. ¿Guerra? Imposible, el Nuevo sistema estaba planeado para evitar ese tipo de masacres sin sentido.

-No es posible Gaeb, estas equivocado.- le dije intentando borrar de mi mente todo aquello que él me había dicho.

-La elección de pareja está diseñada para crear soldados. Hombres fuertes. Cada vez que nace un niño, sacan una muestra de su sangre, con ella hacen todo tipo de experimentos, para encontrar el gen perfecto, crear al hombre perfecto.

No podía creer nada de lo que me estaba diciendo, y aunque fuese verdad, había algo que todavía no encajaba.

-Si es así como decís, ¿para qué nos vigilan?

-Por qué no están logrando nada con los estudios genéticos, con las cámaras, buscan personas que sean aptas para la lucha. Por eso nos espían.

-No… no, no puede ser- no daba crédito a lo que escuchaba.

-Em, nos están reclutando.