Saga Perdidos, sinopsis.

jueves, 2 de junio de 2011

Capitulo 06


-¿Qué ocurre aquí?¿Em, eres tú?

La odiosa vos de Klim inundo el pequeño cobertizo. Gracias a la luz que ahora entraba caprichosa por los costados de la figura de Klim, fui capaz de ver en su rostro la incomprensión y la curiosidad, teñida de… ¿celos?

-Klim.

Fue lo único que fui capaz de decir. Y yo que me consideraba una persona elocuente.

-¿Qué haces aquí?- pero la pregunta que el realmente quería hacerme era “¿Qué haces aquí con él?”

-Vine a buscar mis utensilios para trabajar- le conteste apartando la vista

-¿Con la puerta cerrada, en la oscuridad y con él?- ahora su rostro detonaba enojo. Al parecer no era tan idiota como yo creía y necesitaba una excusa mejor, pero Gaeb se me adelanto:

-Yo solo vine a buscar mis materiales, también. No había notado que ella estaba aquí, y cerré la puerta luego de entrar- hablo Gaeb con una voz increíblemente seria, cortando así cualquier reproche que Klim intentara hacer luego.-Ahora si me disculpan.

Y Gaeb abandono el cobertizo con la pala en una mano y una bolsa de semillas en la otra.

-Se me hace tarde- tome mi rastrillo y mi bolsa e intente salir del cobertizo, pero Klim tapaba la salida.

-No sabía que se tardaba tanto rebuscando en un cobertizo- me dijo con una sonrisa pícara surcándole el rostro- le próxima deberías traerte algo para comer.

-Oh discúlpame, al parecer no sabes lo que es un cobertizo, ya que probablemente esas lindas manitos con piel de bebe nunca tocaron tierra.

-¿Crees que tengo lindas manos? Muchas gracias, viniendo de ti, me siento completamente halagado.

¿Cómo se atrevía a burlarse de mí?

-¿Sabes una cosa? Me estoy hartando de la imbecilidad de los hombres, así que, sal de mi camino.

-¿Tan rápido? Mínimo deberías quedarte conmigo, el mismo tiempo que te quedaste con ese campesino.- tenia ambas cejas levantadas, en lo que supongo debía ser un gesto seductor.

-Listo, me cansaste. Adiós- y con eso, lo empuje y me dirigí a mi puesto.

Lamentablemente, Klim tenía ganas de conversar.

-Puedo ayudarte, quizá, a hacer que tu jornada sea más placentera.- volvía hablar con ese tono horriblemente empalagoso. ¿Le había funcionado alguna vez? A mí me parecía simplemente repulsivo.

-Sí, creo que podrías lograr que mi día de trabajo fuera más agradable- le dije añadiendo dulzura a mi tono de voz- ¿sabes cómo?...

-Se me ocurren muchas maneras…

-Me imagino

-Tantas maneras de…

-Vete.

-Inclusive hay una que podría funcionar…

-Vete

-Esa en la que decides refrescarte aquí y yo..

- ¡Que va! La única forma de que eso ocurra sería conmigo muerta.

-Esa en la que tú te refrescas aquí y yo decido suicidarme antes de toparme contigo, quise decir, ¿sabes Em? Deberías dejar terminar de hablar a los adultos.

-Mira, simplemente vete, de esa manera vas a lograr que yo sea muy feliz.-le corte

-¿Por qué siempre tiene que ser tan condenadamente agresiva?

Me di vuelta para encararlo, pero él se había detenido y estaba a unos pasos de distancia. Allí, debajo del sol, su cabello rubio que le llegaba a los hombros brillaba de una manera surrealista. Era alto, me sacaba fácilmente una cabeza y media, tenía hombros anchos, que iban perfectamente con la forma de su rostro: una mandíbula bien marcada, que le daba un cierto severísimo, pero sus ojos disminuían esa sensación de una manera impresionante. Eran azules. Como el agua. Pero toda aquella sensación que podría producirse al verlo, se iba por el caño cuando abría su bocaza.

-Simplemente debo ir a trabajar, ok?- le dije ya rendida

-Te pasó a buscar luego de que termine el turno- me guiño un ojo y se fue.

Y yo me quede con mi reproche en la punta de la lengua.





*



Cuando llegue a mi puesto, Gaeb había cavado bastante, así que me apresure para compensar el tiempo perdido.

Con el rastrillo removía la tierra y luego tiraba algunas semillas. Si, era un trabajo monótono, al igual que la vista, al igual que todo por aquí, pero por lo menos mantenía mi mente centrada, alejada de todo tipo de pensamiento negativos, como ¿qué era lo que iba a decirme Gaeb justo antes de que apareciera Klim? ¿Quién era el sujeto de anoche? ¿Que estaban planeando y para que me necesitaban? Y por último… ¿Por qué Klim pasaría a buscarme hoy? No lo soportaba, ¿acaso él no se daba cuenta?

Note que un gota de sudor se desprendía de mi cuello, y bajaba por mi espalda, dándome un escalofríos. Hoy hacia más calor del normal, note, y tenía que hacer mucho calor para hacerme sudar.

Luego de un rato, la monotonía del trabajo dejo de ayudarme a mantener mis pensamientos a raya, y me di cuenta que necesitaba terminar mi conversación con Gaeb, hoy. No podía esperar.

Mire hacia los arbolillos, y note nuevamente la cámara, el puntito rojo brillante que mi miraba directamente a mí. Me concentre en buscar la forma de comunicarme con Gaeb, pedirle que nos viéramos, o algo.

Con el rastrillo, de manera muy sutil, escribí dos simples palabras en la tierra:

                       CLARO, HOY

Si, lo sé, apestaba como amiga por haberle contado a Gaeb sobre el claro, pero Jaz lo sabía, sabia porque tuve que decírselo. Allí nos encontrábamos solo para situaciones de emergencia. Esta sería la segunda vez que nos encontraríamos allí. Pero claro, esto podía contabilizarse como una emergencia. Rápidamente, con el pie borre lo que había escrito. Rece porque Gaeb hubiera leído mi mensaje. Solo había una manera de confirmarlo.







*



Luego de varias horas de trabajo en la tierra, mis manos se encontraban callosas y de un enfermizo color rojo, pero increíblemente, no me dolían. Mi piel ya estaba acostumbrada al maltrato del sol, la tierra y el trabajo duro. Y yo abrazaba esas consecuencias. Prefería hacer esto, que encerrarme junto con otras veinte mujeres con cerebro de burbuja a coser los pantalones de los hombres, ya que ese era el trabajo que debería estar haciendo, solo que no podía aceptar hacer eso.

Junte mis cosas, el rastrillo y la bolsa vacía, y con un gesto que podría llamarse casual, le eche una mirada a Gaeb. Creo que de alguna manera sintió el peso de mis ojos sobre él, ya que levanto la cabeza y me regalo una pequeña mueca, que bien podría haber sido una sonrisa, no lo sé, hace años que no lo veo sonreír. Hace años que yo no sonrió.

Al llegar al cobertizo me puse en la fila para dejar mis cosas adentro. Gaeb estaba detrás de mí, sentía su respiración sobre mi cabello. Podía sentir su aroma, a tierra y sol. Siempre había amado su olor. Llego mi turno de dejar las cosas, coloque el rastrillo en la zona de elementos punzantes, y la bolsa vacía en el estante correspondiente. Cuando me disponía a salir, Gaeb entro y rozo muy suavemente mi brazo, dejando una sensación electrizante, que atravesaba mi ropa y me ponía la piel de gallina. En el buen sentido.

Salí del campo, y me encontré con Jaz que venia del otro extremo, a ella también le había tocado el mismo trabajo que ayer.

-Emy- me dijo con una sonrisa.

-Jazy- le conteste intentando sonar feliz, pero siempre fallaba. Por suerte Jaz me conocía y sabía que a pesar de no demostrarlo, su compañía siempre me llenaba de vida y alegría.

-Hoy tengo que cubrir a Kit.- me dijo haciendo un pequeño puchero.

-¿Y eso por qué?- ya estábamos caminando camino al pueblo, cuando recordé que debía ir al claro. También recordé que Klim vendría a buscarme. Mierda

-No lo sé, me dijo que tenía cosas para hacer- e hizo un gesto muy gracioso moviendo sus brazos, abriendo mucho sus ojos y bajando la voz, para darle impacto a la excusa de su hermano.

-Déjalo, quizá quiera encontrarse con alguna chica- le dije guiñándole un ojo. A Jaz no le causo ninguna gracia.

-Ninguna mujer en su sano juicio se fijaría en mi hermano, además, yo no la dejaría

-Nunca dije que la chica con la que se fuera a encontrar fuera una mujer sana o cuerda- bromee.

Caminamos callados unos metros más, hasta que divise una cabeza rubia a lo lejos.

-Hay, carajo! Klim viene a buscarme- le dije a Jaz.

-¿Y eso por qué?

-No tengo ni idea, no puede ser tan idiota como para no darse cuenta de que lo odio.- Tenía que hacer algo para librarme de él, tenía que encontrarme con Gaeb. Estuve a punto de decirle a Jaz que me cubriera para poder encontrarme con él, cuando recordé la promesa que había hecho. Jaz era mi mejor amiga, no teníamos secretos, pero tampoco podía rompes una promesa. Una vez que Gaeb me dijera que ocurría le pediría que me dejara contarle a ella. Pero ahora debía encontrar la manera de librarme de él.

-Jaz, sálvame.- le pedí en un susurro, Klim estaba a unos pocos metros, ya podía divisar el brillo en sus ojos.- luego te lo explicare.

Ella no tuvo tiempo de contestarme, ya que Klim estaba parado enfrente nuestro con un gesto arrogante en el rostro.

-Em, que bueno que me esperaste- me dijo con una sonrisa

-Sí, mira, debo irme, pero acá mi amiga Jaz sabrá entretenerte por un rato.- y con eso me di media vuelta y me fui, dejando a Jaz con un gesto de incertidumbre en el rostro y de sorpresa en el de Klim.







*



El camino hacia el Claro se me hizo eterno. No veía la hora de llegar, pero sabía que no podía correr, levantaría sospechas.

Me llevo aproximadamente media hora llegar. Me deslice por entre los matorrales que se enredaban forzosamente con los arbolillos e ingrese en el pequeño terreno.

La luz anaranjada del atardecer bañada el claro de una manera que parecía mágica. Todo en ese lugar de repente parecía mágico, quizá era porque Gaeb se encontraba allí, de espaldas a mí, con el rostro vuelto hacia el cielo, como si quisiera absorber los últimos rallos del sol, como si aquello fuera a darle energía o vida. No lo sé, simplemente se veía maravilloso.

-Me estas mirando fijo- dijo sacándome de mis cavilaciones.

-No, yo… lo siento- me he dado cuenta que últimamente, soy una imbécil en lo que respecta hablar con Gaeb, no puedo conjugar dos verbos.

-No pasa nada- seguía con el rostro vuelvo hacia el cielo

-¿Qué haces?- le pregunte

-Disfruto del sol, y de este lugar. Con razón lo tienes en secreto.- me dijo casi en un susurro.

-Es el único lugar donde puedo pensar tranquila, con claridad, y hablar sin miedo.- le dije también bajando mi tono de voz

-Tienes razón, aquí, al parecer, no hay cámaras. Todo un hallazgo- y se dio vuelta para mirarme directamente a los ojos.

- Creo que tenemos una conversación pendiente.- le dije tratando de no sonar nerviosa.

-Es cierto, ese tipo es una molestia- me dijo en un tono jocoso. Yo no quería hablar de Klim, así que retome el hilo de la conversación.

-Dime lo que tenías que decirme.

-Siempre yendo al grano, ¿cierto?- le hice una mueca y el continuo hablando.- Te dije que parte de las cosas que nos contaron, eran mentira. La historia no fue así Em, ellos nos manipulan, tienes que saberlo Em, no solo con el hecho de que eligen con quien nos debemos casar, sino con las divisiones en el trabajo, la comida, y la separación de las Regiones. Todo tiene una razón. Las cámaras están aquí por una razón Em…

-Todo esto es muy extraño Gaeb, dime, ¿Cuál es la razón?- le pregunte expectante, con miedo. Ya no sabía si quería saber.

-Tu sabes por qué eligen con quien debemos casarnos, ¿cierto?- me pregunto

-Por supuesto.- esa historia también me la sabia bien- Antes, la gente decidía con quien casarse, sin pensar en los genes, y nacían niños enfermos, o con coeficientes intelectuales muy bajos. En cambio, ahora con la elección de tu pareja, creamos una especie más fuerte, más inteligente.- le relate.

-Si, en parte es así, pero esa no es la única razón. Estamos en guerra Em.

Me quede muda, helada. ¿Guerra? Imposible, el Nuevo sistema estaba planeado para evitar ese tipo de masacres sin sentido.

-No es posible Gaeb, estas equivocado.- le dije intentando borrar de mi mente todo aquello que él me había dicho.

-La elección de pareja está diseñada para crear soldados. Hombres fuertes. Cada vez que nace un niño, sacan una muestra de su sangre, con ella hacen todo tipo de experimentos, para encontrar el gen perfecto, crear al hombre perfecto.

No podía creer nada de lo que me estaba diciendo, y aunque fuese verdad, había algo que todavía no encajaba.

-Si es así como decís, ¿para qué nos vigilan?

-Por qué no están logrando nada con los estudios genéticos, con las cámaras, buscan personas que sean aptas para la lucha. Por eso nos espían.

-No… no, no puede ser- no daba crédito a lo que escuchaba.

-Em, nos están reclutando.

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